Resumen de la ponencia:
Afirmar que las bibliotecas deben promover una sociedad más democrática y participativa es un lugar común. Y los lugares comunes son los no-lugares (Augé, 1995) del lenguaje, al definir sentencias insustanciales, muchas veces falsas, que nos impiden un cuestionamiento más profundo de la realidad.
Huyamos de los lugares comunes y adentrémonos en la reflexión: ¿Qué impacto tienen los servicios bibliotecarios en la creación de una sociedad más democrática? ¿Contamos con nuestras comunidades para crear los servicios o planes bibliotecarios? ¿Las bibliotecas promueven la participación?
Estos pueden ser los puntos de partida para pensar cómo la participación ciudadana puede ayudar a revitalizar los servicios bibliotecarios y a dibujar estrategias para conocer y mantener relaciones con los distintos sectores de la sociedad.
La participación ciudadana no es un capricho ni una moda. Es una forma de gestión y organización de las sociedades que está llamando a nuestras puertas y que es visto por muchos como un paso necesario para superar el desgaste que los regímenes democráticos viven en nuestros días. Y en este cambio social imparable la biblioteca pública, como institución cercana y confiable, se presenta como espacio ideal que sirva de laboratorio para la experimentación y el aprendizaje de prácticas que promuevan una mayor responsabilidad social y una ciudadanía más activa.
Se doctoró en Información y Documentación por la Universidad de Salamanca con la tesis Espacio compartido: Modelo de relación biblioteca – comunidad basado en la participación ciudadana y la teoría de los stakeholders.
Además de su actividad en el ámbito propiamente bibliotecario, imparte talleres de promoción de la lectura y como gestión cultural coordina encuentros literarios y colabora en la programación literaria de otros eventos como el Festival Internacional de las Artes de Castilla y León.